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Historia del Monasterio Cisterciense de Veruela.

Veruela se halla en un pequeño valle formado por el río Huecha, cuyo nacimiento se encuentra muy cerca del monasterio, protegido por la mole mítica del Moncayo.

El documento más antiguo referido a la fundación del monasterio verolense es la donación del lugar de Veruela en 1145 para la erección de un cenobio cisterciense. Esta orden había sido fundada en 1098 en Francia por Roberto de Molesmes que se retiró a Cíteaux, cerca de Dijon, deseoso de restablecer la austeridad original de la orden benedictina (s. V). Poco tiempo después San Bernardo fundará Claraval, desplegando una ingente labor apologética y doctrinal. En Aragón se levantaron grandes fundaciones entre las que destacan Veruela (1145 ó 1146), Rueda (1153) y Piedra (1194), todas en la actual provincia de Zaragoza. Estas fundaciones religiosas aportaron no sólo unos nuevos valores religioso-espirituales y culturales sino también de índole económico-política.

Los «monjes roturadores» como se ha dado en llamar a los cistercienses por su influencia económica agrícola, organizan sus abadías como verdaderos núcleos que activan la repoblación de zonas despobladas o poco pobladas a través de la roturación de las tierras incultas, o en territorios defensivo-fronterizos, características ambas de las que participa Veruela. Para el dominio del espacio resulta básica la ordenación de los recursos del agua; para ello los monjes verolenses configuraron una amplia red de acequias, presas y molinos en torno a la cuenca del Huecha.

La construcción del cenobio actual debía estar lo suficientemente adelantada en el año 1171 como para posibilitar el traslado de la comunidad. Las obras de la iglesia se dilataron por espacio de más de 250 años; la fábrica es sobria, sin apenas adornos escultóricos, de acuerdo con el espíritu bernardo, pero de proporciones y calidad catedralicias que proclaman los ingentes recursos económicos del monasterio. Sin embargo, las elevadas rentas mantuvieron una amplia y no mermada comunidad de monjes y permitieron continuar mejorando y ampliando la fábrica monástica. Así, a partir de 1472 y hasta 1617, los abades verolenses ya no fueron regulares sino nombrados por el rey, o comanditarios, ajenos incluso a la orden cisterciense. Los grandes abades de este periodo fueron Hernando de Aragón (1535-1539), nieto de Fernando el Católico, que dejó el cargo para ocupar la sede episcopal de Zaragoza, y su gran amigo y sucesor, Lope Marco (1539-1560).

Bajo la dependencia de la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón, creada en 1617, los abades pasaron a ser cuatrienales hasta la supresión monástica en la Desamortización. Coincide este cambio político con el comienzo de una de las ampliaciones mayores del monasterio, la construcción del monasterio nuevo (siglos XVII- XVIII) con un sistema de celdas individuales para los (unas 65).La Desamortización de Mendizábal (1835) provocó el al del monasterio de Veruela que desde comienzos de siglo sumido en una irremediable decadencia.

Sacado a pública subasta el edificio en 1844, la Comisión central de Monumentos artísticos de Madrid reclamó su conservación e impidió su licitación al mejor postor, salvando la fábrica de su total destrucción. Desde entonces fue meta de numerosos viajeros románticos entre los que destacaron los hermanos Bécquer.


A la Junta de Conservación que lo preservó de su destrucción desde 1845, siguió la tutela de la Compañía de Jesús que allí se instaló con un noviciado en abril de 1877 hasta 1973, con la sola interrupción de la expulsión durante el Gobierno de la República y la Guerra Civil (1932-1939), siete años en los que volvió a estar abandonado. Fue declarado Monumento Nacional en 1919, decreto ampliado en 1928.

En 1976 la Dirección General de Bellas Artes del Estado español lo cedió en usufructo a la Diputación de Zaragoza para su rehabilitación y conservación, en la cual ha invertido varios cientos de millones de pesetas en más de veinte años de esfuerzo continuado.

Veruela pasó a propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza en 1998, institución que continúa a buen ritmo las obras de restauración así como ha potenciado sus actividades culturales con exposiciones temporales, publicaciones y la celebración estival del Curso Internacional de Composición Musical y del Festival Internacional de Música «Veruela Música Viva» (desde 1994).