El monasterio de Veruela se llenó para escuchar las poesías y la música de Labordeta, interpretadas por artistas.


Veruela cambió su nombre ayer por el de libertad. Esta palabra fue la más repetida en el monasterio, sede del el IX Festival Internacional de Poesía de Moncayo, organizado por la editorial Olifante y la Diputación Provincial de Zaragoza. Libertad sonó en poemas y canciones, incluso se pudo leer en los muros del recinto monacal. No había mejor homenaje a José Antonio Labordeta. Y no quiso faltar nadie. La iglesia se quedó pequeña para las más de 1.500 personas que quisieron escuchar, una vez más, las palabras del cantautor, el gran ausente, aunque no por deseo propio.

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